
El entrenamiento de fuerza en pacientes oncológicos es de vital importancia, ya que con él podremos preservar la salud metabólica y mantener y aumentar: masa muscular, tejido conectivo y la masa ósea. A su vez, mejora la autonomía e independencia del paciente, su calidad de vida y su respuesta a los distintos tratamientos.
Se sabe por el efecto Warburg que las células tumorales utilizan glucosa como principal sustrato energético. El músculo es un órgano metabólicamente activo que capta glucosa y la almacena en formato de glucógeno, siendo uno de nuestros mayores reservorios de esta sustancia en el cuerpo. Un músculo entrenado compite con el tumor por ese sustrato energético y a su vez libera miocinas que modulan inflamación y metabolismo, haciendo el entorno menos favorable para el desarrollo del cáncer. (Estudio, Estudio)
El entrenamiento de fuerza preserva masa muscular, hueso y tejido conectivo, todos afectados por la caquexia. Mantener o aumentar masa magra mejora la resiliencia al tratamiento y ralentiza el deterioro asociado al cáncer (caquexia, pérdida de funcionalidad, etc). (Estudio, Estudio)
Más músculo significa más independencia para caminar, levantarse, estabilizarse y vivir el día a día. En cáncer, la fuerza devuelve autonomía y convierte al paciente en agente activo en su recuperación. (Estudio, Estudio)
Un paciente entrenado con mayor músculo y mayor masa ósea, tendrá una mejor tasa de supervivencia para muchos tumores, una mejor tolerancia a quimioterapia (menor toxicidad y menor fatiga), una mejor recuperación post quirúrgica, menos infecciones, menos complicaciones y menor internaciones. (Estudio, Estudio)
La fuerza es la capacidad neuromuscular de mover, resistir o estabilizar una carga. Es la habilidad que tienen nuestros músculos de reclutar fibras motoras y contraerse para desempeñar tareas del día a día.
Estas contracciones y acciones pueden realizarse de manera activa, siendo nosotros los que elegimos realizar determinada acción o de forma pasiva, en donde en nuestro día cotidiano se van sucediendo situaciones que involucran fuerza sin nuestra percepción.
Todas las acciones que realiza el cuerpo humano requieren de cierta cantidad de fuerza, sin ella, no podríamos ejecutarlas.
Desde pararnos de la cama, hasta mantenernos erguidos (vencer la gravedad), desplazarnos, agacharnos, mover o levantar objetos, etc.
En el cuerpo humano lo que no se utiliza, se va perdiendo, tanto en forma como en funcionalidad. A medida que envejecemos, vamos perdiendo fuerza, músculo y tejido conectivo.
Si dejamos de utilizar sus funciones y no los estimulamos lo suficiente, esto se da con una velocidad y pendiente mayor. En un paciente oncológico esta pérdida puede llegar a ser más importante y más abrupta debido a la caquexia.
La caquexia es una pérdida involuntaria de masa muscular, masa ósea y en menor medida tejido adiposo que sucede al transcurrir la enfermedad. Es multifactorial producto de un desbalance inflamatorio, autofagia, y catabolismo generado por el tumor, entre otros factores. En muchos casos es difícil de revertir solamente utilizando la alimentación (Estudio) . Esto afecta negativamente a la calidad de vida del paciente, a la tasa de efectividad de los distintos tratamientos y debilita al paciente frente a cualquier estresor de la vida cotidiana.
El entrenamiento de fuerza es aquel en donde realizaremos acciones con distintas partes del cuerpo y con diversos patrones para vencer una resistencia, que puede ser nuestro propio cuerpo. Esto se contrapone con el entrenamiento cardiovascular en donde estamos trabajando mayoritariamente nuestro sistema cardiorrespiratorio.
En el primero (fuerza) realizaremos ejercicios como sentadillas, estocadas, empujes, tracciones y planchas y en el segundo (cardiovascular) realizaremos acciones como correr, andar en bici, caminar, etc.
Al entrenar fuerza, uno va solicitando a los distintos músculos involucrados generando luego una adaptación llamada “supercompensación” que se traduce en una ganancia musculatura, mayor densidad ósea, más fuerza, y mejora de las habilidades implicadas.
En el marco de un entrenamiento terapéutico para pacientes oncológicos lo que se busca es que la persona mejore sus capacidades motrices y sus habilidades, a la par de minimizar cualquier pérdida y en algunos casos hasta sumar mayor masa muscular y mayor masa ósea.
Este tipo de entrenamientos se puede realizar en un gimnasio, en la casa, en el parque, con barras de calistenia, etc.
Para lograr un buen estímulo y progreso, sería conveniente entrenar de 2 a 3 días a la semana, en donde los días restantes se realicen ejercicios cardiovasculares), los siguientes patrones de movimiento con sus respectivos grupos musculares involucrados:
Estos 5 patrones de movimiento son los básicos para realizar en cualquier lugar desde el living de una casa hasta en un gimnasio. Debido a la complejidad de alguno de ellos, es posible que convenga empezar por máquinas de gimnasio y luego progresar a pesos libres.
Un ejemplo de programación sería realizar de 2 a 3 veces por semana, estos 5 patrones por sesión, realizando 2 a 4 series por patrón y 5 a 12 repeticiones. Siempre tiene que haber una intensidad moderada y un progreso en cargas y/o en repeticiones, a medida que transcurren las semanas.
Lo importante es que se realice en un entorno controlado, supervisado por un profesional de la salud y 100% adaptable al paciente.
El entrenamiento de fuerza es un pilar fundamental en el tratamiento integral de los pacientes oncológicos. Con él podemos minimizar los efectos de la caquexia, competir por el metabolismo del tumor, ganar autonomía y calidad de vida, y aumentar la supervivencia y tolerancia al tratamiento.
Este entrenamiento se debe hacer con planificación y control de un profesional de la salud y adaptado 100% al paciente en cuestión.